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RESITENCIA AL ÉXITO

  • mamolopu1980
  • 29 jul 2022
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 11 ago 2022

Es una realidad que las vías para la difusión de nuestro trabajo artístico, las “redes sociales”, se encuentran congestionadas por un extenso tráfico publicitario al respecto. Visibilizarse para la búsqueda de clientes potenciales demanda en muchas ocasiones de competir, pagar en estas redes por publicidad, crear empresa virtual, logos, trailers, reels, de lo contrario, quedamos en cierta medida invisibilizados, tapados o al inmediato alcance de nuestros seguidores. Estamos frente a un circuito voraz, con sus voraces reglas, donde al artista, al bohemio, en alguna medida se le ve sometido a ser marca dentro del monopolio Meta y sus exigencias, que si bien no son acatadas, no le permitirán acceso al capital.


Dichas redes además no sólo proponen reglas de juego en el sentido económico sino que más grave aún, plantean su propia versión de cómo es el mundo según intereses distintos, es decir, son una construcción ficticia, una interpretación virtual y arbitraria de la realidad creada por quienes invierten en redes, y donde muchos usuarios pràcticamente viven. De ahí deriva el gran problema que ha sido planteado por varios pensadores de este siglo y que se puede resumir en una pérdida de la sensibilidad en el sentido más general. Muchos de nuestros clientes potenciales ahora han sido confundidos, empiezan a educarse y a tener ideas sobre cuál es la buena música a partir de etiquetas creadas para él, razón por la cual dejan de desarrollar un espíritu crítico, de valorar la artisticidad, y a sus maravillosos proyectos de cine, danza, teatro, publicitarios y similares, terminan por escogerles cualquier música que le vendan por internet, como en una especie de vitrina o dispensador de canciones, que muchas veces desentona completamente con sus materiales artísticos. Así que cuando hablamos de la auto-producción y sus dificultades pues básicamente hablamos de este tablero de juego en donde tenemos que desenvolvernos, no hay mucho que decir, es simple y sádico. Encontramos en las redes sociales un importante aspecto a considerar y a examinar.


No obstante, ante tales dificultades, y de alguna forma queriendo proponer una salida victoriosa, es imprescindible para todo artista saber y tener en cuenta que dentro de este circuito vicioso y virtual, no estamos obligados a jugar tal cual nos lo proponen las redes, no tenemos como única alternativa acatarlo y ser esclavos de él, aún conservamos la facultad de decidir, de resistir y oponernos si es el caso. Aunque suene un poco raro, pienso que los artistas podemos hacer resistencia al “éxito”, al éxito en redes sociales. Sabemos que en este ámbito virtual juega y prima el hecho cuantitativo, la cantidad, los “views”, la guerra de los likes, lo masivo, entre más mejor, como un sinónimo de bien y éxito y estamos siendo colonizados por estas ideas. En este sentido, es importante saber que cuando hablamos de producción artística, la cuestión es relativamente diferente, aquí prima el concepto de lo cualitativo. La producción masiva perjudica la calidad, dado que el arte sigue siendo un oficio artesanal y de filigrana. Si debemos producir doscientas canciones al año no es lo mismo que producir cuatro, por simple lógica de tiempo, es mayor la dedicación que le damos a dichas cuatro canciones. Un simple ejemplo: Daft Punk lanza diez canciones cada cinco años, cada una de esas canciones vale una millonada de dólares, por otro lado, una empresa que produce diez mil canciones al año, cada una de estas canciones cuesta 2 dólares y se puede ver perfectamente en las páginas que venden música en internet. Una empresa evidentemente exitosa pero en donde no precisamente prima la calidad artística. Y si cómo artistas estamos pensando más en dinero, en likes, y formas de tener fama, que en la calidad artística de nuestro trabajo y el desarrollo de nuestro lenguaje, pues en mi humilde opinión, nos estamos perdiendo de lo maravilloso de ser artistas.


Seguramente alguno que otro se preguntará: ¿Entonces qué hago para vivir del arte sin invertir en redes? o ¿qué sentido tiene ser artista si no soy famoso? preguntas asociadas a las dificultades del artista y de las cuales sinceramente no tengo una respuesta objetiva. Lo único que puedo decir al respecto es que existimos artistas que hacemos resistencia a las exigencias de inversión del monopolio Meta, que andamos a la deriva, sin ello fracasar, por el contrario, nos volvemos en cierta medida exòticos. Aunque procuramos mantener actualizados nuestros perfiles virtuales, encontramos otras vías, quizá más difíciles y menos transitadas pero más humanas, creamos familias, buscamos a aquel que creemos puede hacer buen equipo con nosotros, proponemos, persistimos en la presencialidad, el tacto, la acción, el performance, la producciòn independiente, la experimentaciòn sonora, estamos más preocupados por aquello que queremos decir, que por otra cosa y desarrollamos un agudo sentido crítico ante la vida y el mundo, no por ser especiales ni estar bendecidos, sino por el simple hecho estar al margen de las redes. Y si hablamos sobre las dificultades que representa la competencia, el competir o formas de darnos a conocer, nuestra estrategia es màs rara aùn, nos rodeamos de fe, confiamos en que las obras que llevarán nuestros aportes son exclusivas y tienden a existir, a llamar a sus partes conformantes en esa fe cortazariana de “Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”. Es raro, lo sé, pero qué más raro que ser escultores de sonidos.


En definitiva, y no queriendo hacer más extensas estas palabras, concluyo esta reflexiòn sobre las dificultades en la auto-producciòn reiterando que nunca debemos perder de vista el impacto que la red social está teniendo en todo ámbito humano y por supuesto la posibilidad de cuestionar ese mundo virtual que se nos abre cada vez màs, ese “amigo” que nos seduce y nos conecta pero que a mi consideración se está convirtiendo en uno de los grandes problemas del siglo XXI, lo que supone importantes dificultades en el campo artístico, dificultades no solamente para los artistas y espectadores sino para el arte mismo.



Santiago Barbosa

Compositor bogotano graduado de la universidad de las artes de Cuba. Se desarrolla en el ámbito de la música de concierto (Orquestal/ coral /de cámara), música experimental y música para cine. Sus propuestas musicales se sitúan dentro los lenguajes de la llamada música contemporánea con diversas influencias y recursos sonoros como lo son las sonoridades ancestrales latinoamericanas, las rítmicas afro-descendientes, la nueva notación, la interdisciplina, la improvisación colectiva y la música electroacústica.

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Francisco José Aragón Bueno
Francisco José Aragón Bueno
10 באוג׳ 2022

https://www.youtube.com/watch?v=ljPFFSssTaU

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