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RESISTENCIAS Y SONORIDADES
Suceden en los artistas distintas tensiones y la presión de subvertir la precarización de un sector de la industria cultural que ha venido afrontando las nuevas formas de distribución y consumo de la música y los cambios en la vida cultural de las personas. Siendo sujetos que se agencian desde sus apuestas artísticas, asumen discursos y posturas, a la vez resisten a dicha precarización y a verse estáticos frente a sus procesos y expectativas en la industria de la música.
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Respecto a los entornos políticos y sociales locales, se reproducen realidades influenciadas por distintos factores que inciden y condicionan a los artistas a buscar diversos modos de subsistencia o formas de auto gestionarse tocando en todo tipo de espacios y animando eventos, trabajar con otros sectores, ajustarse a los términos de referencia de convocatorias tan limitantes en las normativas colombianas, a una temporalidad como requisito tanto de la edad de los artistas como de los procesos, entre otros, que coartan el libre acceso a políticas que benefician un pequeño número de procesos culturales.
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Es un proceso en cual los artistas se constituyen poco a poco en los sujetos de sí, la exégesis de la posibilidad de la capitalización de su trayectoria, de hacer rentables sus decisiones. Como lo plantea González lo que actúa aquí son: “los modos como el dominio empresa se pliega en lo más íntimo del sujeto hasta constituir modos particulares de gestión de la propia vida”. (2013) De esta forma los mercados de la neoliberalización musical no pasan desapercibidos en la trayectoria del artista, y a pesar de la singularidad y creatividad de sus trabajos musicales que representan la vida misma de una localidad, una comunidad, una geografía, los artistas se encuentran en un abandono, un proceso doloroso y una impotencia económica, una no visibilización ante el Estado Colombiano, y unas políticas públicas deterministas y selectivas.
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En los artistas que han aportado sus voces a Sonidos Híbridos, se evidencia la necesidad de fortalecer la agremiación musical para que se preocupe por las condiciones de vida de los músicos, su formación, producción y difusión, además que genere y ofrezca una amplia gama de escenarios culturales y convocatorias públicas que puedan regular las cadenas de valor en el contexto musical colombiano desde las políticas públicas del Estado; debido a que modelos como la economía naranja del saliente gobierno, son iniciativas neoliberales que no aportan nada concreto a los proyectos musicales. Es así como este tipo de títulos renombran prácticas de emprendimiento mediáticas nulas e insuficientes que son administradas a través del clientelismo propio de los gobiernos de la oligarquía estatal y sus hazañas de desfalco de los recursos del erario público, negando así, la participación y el acceso a la agremiación cultural del sector a aunar esfuerzos y recursos que en la autoproducción musical son necesarios, para el sostenimiento económico de los artistas.